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Published abril 16, 2024

… Le pregunté acerca del origen del conocimiento de los toltecas.

-Al comer plantas de poder los toltecas dieron el primer paso en el camino del conocimiento -contestó-. Ya fuera empujados por la curiosidad, o el hambre, o el error, las comieron. Una vez que las plantas de poder
produjeron sus efectos, solamente fue asunto de esperar hasta que algunos de ellos comenzaran a analizar sus experiencias. En mi opinión, los primeros hombres que recorrieron el camino del conocimiento fueron muy
intrépidos y al mismo tiempo muy desacertados. Don Juan explicó entonces que su uso del término «tolteca» no correspondía a la manera como yo lo usaba. Para mí significaba una cultura, el imperio tolteca. Para él, el término «tolteca» significaba «hombre de conocimiento».

Mongolian Shaman Otshir-böö wearing ritual clothes and drum. This picture was taken by ethnologist and archaeologist Sakari Pälsi during his expedition to Mongolia in 1909.

Dijo que en la época a que se refería, siglos o tal vez incluso milenios antes de la Conquista española, todos aquellos hombres de conocimiento vivían dentro de una vasta área geográfica, al norte y al sur del valle de
México, y que se dedicaban a ocupaciones específicas: curar, embrujar, hacer relatos, bailar, ser oráculos, preparar alimentos y bebidas. Tales ocupaciones fomentaban un conocimiento específico, un conocimiento que los diferenciaba del hombre común y corriente. Por otra parte, esos toltecas eran personas que encajaban en la estructura de la vida cotidiana, muy a la manera en que lo hacen en nuestra época los médicos, artistas, maestros, sacerdotes y hombres de negocios. Practicaban sus profesiones bajo el estricto control de cofradías organizadas y llegaron a ser expertos tan influyentes que incluso dominaron todas las áreas vecinas.

Don Juan dijo que después de siglos de usar plantas de poder, algunos de ellos aprendieron finalmente a ver. Los más emprendedores comenzaron entonces la enseñanza de cómo ver. Y ese fue el principio de su perdición. Al pasar el tiempo aumentó el número de videntes, y la obsesión de ver llegó a tal punto que dejaron de ser hombres de conocimiento. Se volvieron expertos en ver y en ejercer control sobre los extraños mundos que atestiguaban, pero todo ello no sirvió de nada. El ver había socavado su fuerza y los había obligado a obsesionarse con lo que veían.

«Sin embargo, hubo videntes que escaparon a ese destino -prosiguió don Juan-, grandes hombres que, a pesar de ver, nunca dejaron de ser hombres de conocimiento. Estoy convencido de que, bajo su dirección, las
poblaciones de ciudades enteras penetraron en los mundos que veían, y de ellos no volvieron a salir jamás.
«Pero los videntes que podían sólo ver fueron un fracaso, y cuando su tierra fue invadida por pueblos conquistadores se encontraron tan indefensos como todos los demás.

«Esos conquistadores -continuó- se apoderaron del mundo tolteca, se apropiaron de todo, pero nunca aprendieron a ver.
-¿Por qué cree usted que nunca aprendieron a ver? -pregunté. -Porque copiaron los procedimientos de los videntes toltecas sin tener el conocimiento interno que los acompaña. Hasta la fecha hay cantidades de brujos por todo México, descendientes de esos conquistadores, que siguen imitando a los toltecas, pero sin saber lo que hacen, o lo que dicen, porque no son videntes.

-¿Quiénes fueron esos conquistadores, don Juan? -Otros indios -dijo-. Cuando llegaron los españoles, los antiguos videntes habían desaparecido hacía ya siglos. Lo que encontraron los españoles fue una nueva casta de videntes que comenzaba ya a asegurar su posición en un nuevo ciclo.

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