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El camino de la templanza personal.

Primeros pasos en el camino de la templanza personal:

El camino de la templanza personal no comienza con grandilocuencia ni con certezas, sino con un gesto mínimo: dudar de la solidez del mundo que nos fue descrito desde la infancia. Don Juan Matus decía que la realidad cotidiana es apenas una narración repetida hasta el cansancio. Para entrar en la senda, lo primero es detener el mundo: interrumpir esa corriente de interpretaciones que nos hace creer que lo conocido es lo único posible.

Detener el mundo.

“Para un tolteca, la realidad de la vida diaria no es real ni está allí, como nosotros creemos. Es solamente una descripción” (Viaje a Ixtlán). El aprendiz comienza suspendiendo la inercia de la mente, es dejar de aferrarse a las rutinas, romper hábitos, volverse inaccesible a los ojos del mundo. Donde el silencio interior es la grieta por la cual se filtra lo desconocido.

Don Juan Matus insistía: la toltequidad no es un misterio inaccesible, sino un uso distinto de la energía. El hombre común la gasta en sostener la “modalidad de la época”, quedando sin fuerza para percibir otros campos. El tolteca inicia recapitulando su vida, reuniendo los hilos dispersos de su historia para liberar lo que quedó atrapado en viejos sucesos, por lo que ahorrar energía no es un consejo moral: es la condición misma para ver.

Volverse impecable.

“Lo importante no es solo la sensibilidad —dijo don Juan— lo importante es que un guerrero sea impecable” (Relatos de poder).

La Impecabilidad no significa perfección, sino economía total de ser: hacer lo que se hace con el ánimo entero, sin desperdicio, sin justificar. La impecabilidad convierte la vida en un filo afilado por la presencia de la muerte, consejera siempre.

Prácticas recomendadas.

Recapitulación: volver a recorrer la propia vida, inhalando lo que se perdió, exhalando lo que sobra.

Silencio interno: suspender el diálogo mental hasta que la percepción brille por sí misma.

Impecabilidad cotidiana: hacer de cada acto, por mínimo que sea, un acto completo.

La muerte como consejera: recordar en cada instante que el final está cerca, y que ese filo vuelve real cada decisión.

El ser tolteca no busca certezas, sino libertad. Sus primeros pasos no son hacia adelante, sino hacia adentro: detener el mundo, ahorrar energía, volverse impecable. Y cuando menos lo esperas, descubres que ya estás caminando en lo desconocido, con plena certeza y confianza.

Claudio Arenas Vergara
10 BEN
Sirena.


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